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Restaurante Garví, el empeño de cinco generaciones por construir un símbolo de la gastronomía del Valle de Lecrín

Primero fue venta, luego bar y tienda, y ahora es un bar y restaurante acariciando los 120 años de existencia.

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restaurante Garví
Rosario y Paco en el salón del restaurante Garví

Aunque el choto es su plato estrella, definir a Garví sólo como un restaurante se queda corto. Garví es donde se queda para tomar café, para la cerveza 

e incluso para una reunión de trabajo, pero también para una fiesta como Dios manda. Un entorno de confianza que Paco y Rosario trabajan cada día con tesón, calidad y buen trato 

Primero fue venta, luego bar y tienda, y ahora es un bar y restaurante acariciando los 120 años de existencia, que se dice pronto. En Garví uno puede calentarse con un café a primera hora de la mañana, comer al mediodía, disfrutar de lo que hoy se conoce como el ‘tardeo’ y tomar unas tapas por la noche. El método Garví es redondo y puede que alguien piense que el único secreto es el trabajo bien hecho, pero detrás de cinco generaciones de apellido Garví hay mucho más que eso, un fuerte sentimiento por cuidar con esmero a cada cliente, a cada familia, y un espíritu de lucha que no entiende de horarios, días, ni fiestas de guardar. Además, hay una regla de oro: El dueño tiene que pagar, porque a los clientes hay que invitarlos. Una norma no escrita que el abuelo de Paco instauró y que a día de hoy es sagrada. 

Paco Garví y su mujer Rosario Martín heredaron el restaurante de los padres de él, en 1990. Comenzaron un camino “duro de pelar”, como explica Paco. Años duros en los que el esfuerzo diario era el único antídoto. “Para mí fueron los años más complicados, luego ya te acostumbras y hasta los echas de menos”, asegura Rosario. Hoy 31 años después este matrimonio ha conseguido que Garví sea un símbolo del que sentirse orgulloso y tienen detrás un gran equipo. Su hija Cecilia, Carlos, Santiago, Jose, Gonzalo Reyes y Mari Carmen forman parte del presente y del futuro de Restaurante Garví. 

Y la solera de Garví no es algo que sólo se conozca en Talará. Muchos personajes famosos han probado sus platos, como Manolo Escobar, escritores conocidos y políticos como Hernández Mancha. Aunque Paco y Rosario coinciden en algo: “Lo que más agradecemos es la gente de aquí, por el cariño con el que te tratan, porque se nota cómo te miran, se nota que nos quieren”. Amigos, más que clientes, que siempre pueden degustar el famoso choto del Garví, el puchero de hinojos en invierno, unos maravillosos huevos fritos con jamón o postres hechos por ellos mismos con productos de la zona. 

Porque Garví está hecho de tradición, de la historia de la madre de Rosario que traía la leche cuando Paco era Paquillo, de la madre de Paco, una gran cocinera que además crió a cuatro hijos, de la sopa de orégano que tomaba el padre de Paco cada noche, hiciera frío o calor… Cientos de pensamientos que se agolpan en la memoria de Paco y Rosario, que muchos días recuerdan con cariño a los que les legaron lo que hoy tienen. Hoy ellos ya forman parte de una historia centenaria y sólida, planeando un futuro para su hija Cecilia y su nieta Carlota, que tendrán que coger el relevo un símbolo sin el que no se puede entender la gastronomía del Valle de Lecrín. 

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