¿Cuándo llegaste a Granada?
Vine por primera vez a Granada en septiembre de 2009 a estudiar de Erasmus mientras cursaba las carreras de Ciencias Políticas y Periodismo y Estudios Ibéricos. España, sus costumbres, tradiciones y su idioma era algo que siempre me había llamado la atención. Veía telenovelas, programas y documentales en español, me gustaba como hablaba la gente, como se relacionaba, sus costumbres. La cultura española era algo que parecía que lo tuviera inculcado en el corazón sin saberlo.
¿Cómo recuerdas tu primer contacto con Granada?
Llegué una noche a Pedro Antonio de Alarcón donde había alquilado un piso, ahí empezó mi aventura de Erasmus, me lancé un poco a lo loco. Recuerdo la calle con mucha gente
y mucho ruido, pero llena de personas amables y hospitalarias, era la primera vez que salía de mi casa y viajaba sola, la verdad es que la gente nos lo puso fácil, nos ayudaron en todo, desde el primer momento se esforzaron por entendernos, por hacernos sentir bien.
¿Cuándo supiste que te quedarías aquí a vivir?
Volví a Varsovia para acabar mi trabajo de fin de máster cultura política en España, algo que hice bastante rápido, en tres meses lo tenía listo porque tenía claro que iba a volver a Granada, esta vez de forma ya más tranquila para conocer mejor el país. Volví, pero con la idea de regresar a Polonia en unos seis meses, algo que nunca ocurrió porque mi vida se cruzó con la de José Rodríguez, actualmente mi marido y padre de mis dos hijos, éramos compañeros de trabajo y se puede decir que “el pauleño” me robó el corazón.
¿Y ahí fue cuando conociste el Padul?
Sí, hasta entonces no sabía dónde estaba Padul, fue el primer pueblo que conocí, Jose poco a poco me fue enseñando los lugares, descubrí el Valle de Lecrín que tiene unos pueblos muy bonitos y encantadores, en cada uno hay algo especial, también le enseñaba las costumbres, algo que se refuerza aún más cuando tienes niños.
¿Te sabes el himno de San Sebastián?
Claro que me sé el himno, sobre todo por los niños que lo aprenden en la escuela, cada mes de enero me lo cantan. De Padul, por supuesto, también me gusta su feria porque mantiene diferentes tradiciones y tiene actividades para todas las edades, me gusta porque es algo que no tenemos en Polonia, un tiempo para disfrutar y pasar el tiempo juntos.
¿Aquí te dedicas a enseñar idiomas?
En Padul he hecho mi sueño realidad, siempre quise enseñar idiomas, me encanta aprender, me he ido formando haciendo diferentes Máster y dando clases particulares durante varios años. Finalmente hace dos años me decidí montar la escuela de inglés y con gran éxito el año pasado conseguí ser centro preparador de los exámenes de Cambridge nombrada supervisora y examinadora de ellos mismos.
¿Te planteas definitivamente tu vida en Padul?
Me encanta vivir aquí, pero no descarto regresar algún día a Polonia, a Jose le gusta mucho mi país y no le importaría que nos mudáramos, te podría decir que a día de hoy soy yo la que tiene “anclada” a la familia en Padul. Estamos esperando nuestro tercer hijo, que será también varón, aunque mi madre no pierde la esperanza de que se hayan equivocado y al final sea una niña. Mis dos hijos Antonio Manuel y Alejandro “son paduleños”, aunque el primero se empeñase en nacer en Varsovia, un mes antes de lo previsto.
¿Cuál crees que el secreto de vuestra relación procediendo de culturas diferentes?
La calidez humana es el elemento común, el resto marcha solo. Yo creo que, aunque procedemos de países y culturas diferentes nos atraemos por lo distintos que somos, la calidez humana es algo que se comparte y que sirve como punto de encuentro, nos complementamos perfectamente y esa es la clave.