El enterrador de Lanjarón, Cayetano Martín Rodríguez, comenzó a andar y a caerse en el cementerio de su pueblo. De pequeño, mientras sus progenitores (fallecidos hace años) cuidaban de las labores propias del cementerio, él se dedicaba a jugar entre los nichos. El se sentía muy feliz en este sagrado lugar. El camposanto de Lanjarón fue uno de los primeros en contar con electricidad, agua potable y solería en 1970 gracias al por entonces alcalde Juan Pérez y a uno de sus concejales Miguel Piñar.
José, el padre de Cayetano, nació en Alcázar de Venus (anejo de Órgiva) y comenzó a ejercer la profesión de enterrador a principios de los años 50 del pasado siglo gracias a Mariano el dueño de la fábrica de orujo de Lanjarón. José tomó la costumbre de llevarse a su hijo Cayetano consigo para que su esposa Carmen pudiese realizar las labores de la casa con más soltura. Cuando murió José se hizo cargo de su trabajo su esposa, nacida en Granada capital.
Cayetano Martín tiene 60 años y trabaja también para el Ayuntamiento en tareas de fontanería y alumbrado público. A Cayetano le encanta estar en su ‘segunda casa’ para ejercer la profesión de enterrador lo mejor posible y tener siempre a punto el cementerio. Lanjarón dispone también de un cementerio privado de las Hermanas de la Caridad, edificado en 1920 gracias a la benefactora Sor Matilde Carrillo.
El padre de Cayetano ejerció la profesión de sepulturero a pico y pala durante 17 años. Cuando él falleció, su hijo Cayetano tenía 6 años. A Carmen no le importó hacerse cargo del trabajo de su marido para sacar a los suyos adelante. Esto hizo que se convirtiera en 1967 en la única mujer enterradora de España. Cuando Cayetano tenía pocos años se divertía dentro del campo santo jugando por los pasillos con una rueda de madera y un palo. Su madre elaboraba también por encargo coronas de flores para adornar tumbas y nichos en el mes de los Santos, principalmente.
Cayetano, después de jurar bandera como soldado, obtuvo un permiso indefinido del almirante capitán general de la Zona Marítima del Estrecho, Vicente Alberto y Lloveres, para que pudiera ayudar a su madre en el oficio de enterrador. Cayetano tiene un hijo y una hija. Pues bien, a su hija Elena, no le ha importado desde pequeña ayudar a su padre en las tareas del cementerio desde corta edad. La mujer de Cayetano conocida por ‘La Chica’ se encarga de tanatorio municipal. Esta familia es muy querida, y respetada en Lanjarón.
El cementerio de Lanjarón dispone también de un columbario y un jardín con fuente incluida para depositar las cenizas. En este municipio se suelen producir cada año casi medio centenar de enterramientos. En Lanjarón existe la costumbre de colocar luminarias durante todo el año a los difuntos. Cayetano, ‘El Niño de las Sepulturas’, también llamado cariñosamente ‘Ciprés’, se emplea a fondo para que el camposanto que le vio nacer y crecer se mantenga limpio y en perfectas condiciones. Mucha gente lo visita a diario.