Un pequeño comercio como los de antes. Una tiendecilla que resiste en el siglo XXI. En la provincia de Granada todavía quedan pequeñas tiendas de comestibles muy variopintas que desafían a la modernidad. Las tiendas de viandas y de todo un poco ya no son lo que eran. En la localidad de Ízbor, sin ir más lejos, existe una tiendecilla como las de antes. Este comercio languidece sin que parezca que a nadie le importe. Si sigue pagando impuestos como otros comercios situados en otros municipios más grandes o en ciudades, o no recibe ayuda de la administración competente, tiene pocas perspectivas de futuro. Ízbor fue municipio independiente hasta 1976. Desde entonces pertenece junto con Pinos del Valle y otras aldeas al municipio de El Pinar.
La propietaria de la tienda de comestibles de Ízbor se llama Ana María Murillo López y tiene 56 años. Ella heredó el comercio de sus padres: Manuel Murillo Peregrina y Rosario López López (ya fallecidos). Este matrimonio defendió la tienda, un bar y un estanco. Ahora solo queda la tienda en funcionamiento a ‘ralentí’. “En Ízbor vive ahora poca gente y vendo poca mercancía. A mi comercio, conocido como ‘La tienda de Ana’ acuden los vecinos a por lo preciso, en la mayoría de los casos. Cuando yo era muy joven se vendía mucho en mi establecimiento. Nuestra tabernilla tuvo mucho éxito, como otros comercios que había en el pueblo. Ahora, como todo el mundo tiene vehículo, salen fuera a comprar a las grandes superficies. Eso sí, cuando a alguna ama de casa le falta algo viene a mi tienda a comprarlo”, manifestó esta mujer, nacida para tenderá.
Según Ana María Murillo “mis padres defendieron su tienda las 24 horas del día. Siempre estuvieron a disposición de los vecinos y vecinas del pueblo. Si una persona precisaba algo a media noche se lo entregaba. A las seis de la mañana empezaba a funcionar la tabernilla. Se vendían muchas copas de aguardiente y coñac, litros de vino y cervezas a la gente que se iba a trabajar al campo. Mis padres mantenían el negocio abierto hasta las doce de la noche. Lo abrieron en 1970, hace 52 años. Yo en cambio abro más tarde y cierro a la hora del almuerzo. A mi me encanta ser tenderá, lo he vivido desde siempre. Lo que más vendo son latas de conservas, arroz, azúcar, productos congelados, helados en verano, cosas para limpiar, papel higiénico… lo más básico. A mí me gustaría que no tuviera que pagar impuestos para ganar algo y seguir teniendo mi tienda abierta al público. Los que llevan estos temas deberían proteger mi tienda, la única de Ízbor, porque aunque venda poco hace un buen servicio a sus pocos habitantes cuando precisan algo que no tienen”.