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Las vivencias del durqueño Juanico Arenque

Juan Castilla Povedano, ya fallecido, fue uno de los primeros conductores del Valle de Lecrín en dedicarse en los años cuarenta del pasado siglo al transporte publico de viajeros

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Uno de los primeros vehículos que había en la comarca del Valle de Lecrín, un ‘Indiana’ americano de segunda mano, se dedicó al transporte de viajeros y perteneció a Juan Castilla Povedano, ya fallecido, más conocido por Juanico Arenque, nacido en Dúrcal en 1921 e hijo de Antonio y Rosa. En 1900 se matricularon en España tres automóviles y en 1925 más de 100.000. Los primeros coches, sin ser tirados por caballos, estaban más cerca de la aventura que del transporte regular. 

El modo de conducción de los primeros vehículos era mucho menos relajado que el actual. Un ramillete de vehículos de viajeros de Dúrcal compitieron hace décadas con la denominada ‘Alsina’ y con el tranvía que saliendo de Dúrcal llegaba al cabo de hora y media (si no era el directo de la mañana que tardaba una hora) a Granada capital. Este tranvía, tan usado por gente del Valle de Lecrín, La Alpujarra y otras zonas, comenzó a funcionar en los años veinte del pasado siglo y fue clausurado a principios de los años setenta.  

Juanico Arenque fue un hombre cabal, bonachón y tranquilo al que le encantaba charlar de los tiempos de antes con viejos y nuevos amigos. Cuando Juanico Arenque cumplió seis años comenzó a ir primero a la escuela situada en la casa de ‘Los Micaelas’ y después a las recién inauguradas Escuelas de Balina, junto al molino de Antelo. Dejó los estudios a los nueve años para dedicarse a fabricar capachos de esparto en la fábrica de Migueluche durante más de diez horas al día para poder ganar siete pesetas a la semana. Después trabajó en el campo y cuando se hizo mayor de edad se sacó el permiso de conducir toda clase de vehículos.

El servicio militar lo realizó Juanico Arenque en Madrid, durante casi cuatro años, en el Regimiento de Automóviles de la Reserva General. Después se colocó de chofer en el mercado municipal de Granada. Al poco tiempo, en el año 1946, adquirió un vehículo americano de segunda mano y de siete plazas que le costó 35.000 pesetas de las de antes para destinarlo a servicio público. El automóvil de la marca Indiana alcanzaba, cuando podía, nada más y nada menos que los 90 kilómetros por hora. A los 27 años de edad Juanico Arenque contrajo matrimonio con Ángeles López, ya fallecida, y fruto de esa unión nacieron dos hijas y un hijo que le dieron nietos, y biznietos. En Dúrcal también tuvo esta familia una tienda de tejidos.

Cuando Juanico Arenque cumplió 32 años de edad se fue con su familia a trabajar a Madrid de encargado de transportes en una empresa constructora percibiendo 400 pesetas a la semana. Después adquirió un camión para dedicarse al transporte dentro y fuera de España. Unos años más tarde comenzó a trabajar de mecánico en la casa Leyland hasta que le llegó la jubilación. Juanico Arenque residió en Madrid y cada año volvía a su localidad de Dúrcal para pasar casi todo el verano en la tierra que le vio nacer, crecer y conducir uno de los primeros vehículos que se vieron transitar en su pueblo. 

Antiguamente, cuando Juanico Arenque comenzó a trabajar en Dúrcal de taxista, los vehículos eran una posibilidad de ocio para el alcance de pocas manos y no un instrumento de trabajo como pasa ahora. Antiguamente un vehículo era para personas de clase acomodada. En 1909 comenzaron a funcionar en Madrid los 10 primeros Landaulet regidos por taxímetro, sustituyendo a los coches de caballos de alquiler. En España, abrumados por el crecimiento de los automóviles, muchos de los propietarios de caballerías se convirtieron en los primeros taxistas y se difundieron las marcas: Ford, Fiat, Hispano Suiza, Citroën, Renault, Buick, Chevrolet, Dion Bouton, Berliet o Licorne. Eran otros tiempos.

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