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Un joven de Honduras conoce a la vecina de Saleres que lo apadrinó hace más de 20 años 

Carlos Ledin se ha podido reunir este viernes con Dolores Salaverri, gracias a la cual ha podido estudiar y venir a España para hacer un máster en la Universidad de Granada

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Imaginense, hace más de 20 años, una mujer que decide apadrinar un niño en Honduras y cada mes colaborar para que ese niño tenga una educación. Ahora ese niño es un hombre, se ha formado gracias a esa aportación y a otras, y ese hombre, Carlos Ledin se encuentra con aquella mujer, Dolores Salaverri, que hace años decidió realizar una acción ejemplar que ha propiciado que otra persona realice también una labor increíble, y todo gracias a ACOES

Porque la Fundación ACOES hace posible a día de hoy que miles de niños estudien y progresen en Honduras, un país en el que el número de pobre es espectacularmente alto, y en el que gracias a Patricio Larrosa, muchos de esos menores han tenido una segunda oportunidad. Desde 1992, son muchos los voluntarios que se han unido a la labor de este sacerdote, que ha inspirado a miles de voluntarios a unirse a su gran causa, la de sacar a los niños de una pobreza severa, y hacer de ellos personas llenas de esperanza y sueños a través de la educación, o lo que él mismo define como “estudiar para ayudar”, porque las personas que estudian y ayudan “pueden cambiar el mundo”. 

Y así ha quedado patente este viernes en Dúrcal, donde se ha reunido la Fundación con algunos de los voluntarios que tiene en el Valle de Lecrín y Granada, en un acto donde además del encuentro de Carlos y Dolores, se ha podido explicar la labor de la fundación en Honduras. Más de 900 colaboradores dan vida a esta asociación, encargados de hacer realidad los proyectos con las aportaciones obtenidas de manera altruista. Y aunque en España se encuentran la mayor parte de los colaboradores, esta asociación también tiene voluntarios de otra parte del mundo. 

Gracias a los voluntarios y a todos aquellos que colaboran con esta causa, como Dolores Salaverri, el hondureño Carlos Ledin pudo hace años estudiar y progresar. Ha llegado a ser maestro de las escuelas donde él se educó y actualmente está estudiando un máster en la Universidad de Granada. En unos meses volverá a Honduras, para seguir dando clase pero esta vez en aldeas remotas, intentando que aquellos que viven en la pobreza tengan la oportunidad de tener una vida mejor. “En Honduras lo más complicado es estudiar por la situación económica, por eso intentamos optimizar en la medida de lo posible todo lo que llega a través de la fundación, que llegue a la mayoría de los niños”, explica Carlos. Son ellos los que gestionan los recursos y se convierten así en parte de la cadena de solidaridad. “Hay muchas personas que hemos salido adelante gracias a la ayuda que hemos tenido de personas de España, y somos personas que hoy servimos a la sociedad. Los españoles que están allí siempre nos incentivan a hacer cosas por nosotros mismos, y la idea es que no solo esperemos cosas sino que tomemos la iniciativa, y eso es muy importante, ya tenemos un estándar de calidad, porque lo que queremos es devolver de alguna manera todo lo que se nos ha dado, y esto es una manera de aprender haciendo”, subraya el joven, que durante unos meses está residiendo en Dúrcal y que siente el Valle de Lecrín como “mi casa, porque la gente de aquí ha dado mucho, a mi y a otros como yo, por lo que siento que estamos conectados”. 

Una conexión que se creó y se mantiene gracias a aportaciones como la que lleva haciendo años Dolores Salaverri. Esta vecina de Saleres recuerda como “hace unos años nos llegó la noticia de que había una asociación que necesitaba dinero, y la manera de aportar era apadrinando un niño y lo hicimos”. Dolores ha apadrinado varios niños y no ha dejado nunca de apoyar esta y otras causas solidarias. Frente a aquellos que en ocasiones prefieren no hacer nada porque creen que la ayuda no llega a quien más lo necesita, Dolores lo tiene claro: “durante años hemos mandado de todo, material escolar, regalos, y luego ves que todo es real, que llegan las cosas y las aprovechan”. Real como la solidaridad, como las buenas intenciones, como las personas que apuestan por otras. Este viernes, gracias a ACOES Carlos y Dolores se pudieron conocer, después de años de ayuda, de lucha, de empeño, de buenas intenciones que se convierten en realidad. “Porque la ayuda llega, y se tiene que colaborar, que hace mucha falta”, dice Dolores.

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