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“Tengo que terminar el balate para que quede en la historia»

El ayuntamiento de El Valle dedica a Joaquín Fernández Navarro a título póstumo la calle que él mismo construyó

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El Ayuntamiento de El Valle ha dedicado, con motivo del Día de Andalucía, una calle a título póstumo una calle en Saleres a Joaquín Fernández Navarro. En el pleno del pasado 30 de septiembre de 2022 se aprobó dedicar la calle, que antes se llamaba Manuel de Falla, a Joaquín Fernández Navarro que fue quien llevó a cabo la obra del muro, donde desde ayer, cuelga una placa con su nombre.  “Se trata de un muro tan grande que cruza prácticamente el pueblo, que además fue su última obra ya que después de esta obra enfermo y murió muy joven”, explica la alcaldesa de El Valle, Sandra García.

Al acto de inauguración acudió prácticamente toda su familia, excepto algunos de sus hijos  que no pudieron asistir ya que residen fuera de la comunidad andaluza donde no era festivo.

Su nieto, Alejandro Ramos que es quien aparece con él en las fotos durante la construcción del muro leyó durante el acto esta emotiva semblanza en homenaje a su abuelo.

Nacido el 21 de mayo de 1.937, de padres salereños, siendo el quinto de seis hijos, Joaquín Fernández Navarro fue un salereño laudable y amado por las gentes de todo El Valle. Contrajo matrimonio con Antonia Quiles y tuvieron 5 hijos. Su bondad para con todos no sólo le procuró el afecto de quienes lo conocieron, sino también perdurar en el tiempo a través de este reconocimiento. Destacado por su robusta corpulencia, honradez y generosidad, lo que le llevó a hacer grandes cosas por este pequeño pueblo.

La alergia al cemento no le impidió dedicar su vida a él, y llegó a convertirse en un gran albañil constructor; aunque la verdadera felicidad la encontró en el campo. La primera casa que construyó fue en el barrio de las escuelas. Seguidamente compró una finca, en la que el mismo diseñó y edificó ocho de las casas que hoy forman parte del barrio de la carretera. Donó parte de este terreno y en él se construyó la entrada del pueblo y la bajada al río.

Aprendió todas las artes de su oficio sin pisar escuela ni universidad, pues de electricidad sabía, de fontanería e integridad. Tanto fue su afán por trabajar, que hasta a vender ataúdes y dar sepultura se atrevió. Más tarde fundó una tienda de comestibles y una taberna, la cual parada era de vecinos, turistas y comerciantes.

De entre sus trabajos más relevantes se encuentran los siguientes: canalizó la fuente del barrio alto para llevar el agua a las casas de su pueblo, construyendo también y para ello las cámaras de agua que hoy tenemos. Obró los primeros cuartos de baño, la caseta de la luz e importantes mejoras en la iglesia de Santiago Apóstol.

Como hobbies tenía la poesía y la humildad. Tal fue esta que le construyó una casa gratuitamente a una mujer necesitada, la cual dio cobijo hasta su fallecimiento.

Su obra más emblemática fue el muro de la calle que llevará su nombre, pues realizó en esta una de las más sobresalientes construcciones de El Valle: un gran balate de piedra que da comienzo en el cruce de Albuñuelas y concluye en la puerta de la iglesia. Curioso el andamio que ideó para su construcción: dos tablas verticales y una horizontal atadas con cuerdas.

Sólo él sabe el trabajo y el esfuerzo que su última obra le costó, pues tras ella, y a sus sesenta años enfermó de amiloidosis, una parálisis supranuclear degenerativa que durante cinco años le asoló. Ni en Granada ni en Sevilla pudieron hacer nada por él, tan sólo idolatrar su comportamiento y aliviar su dolor.

Durante el tiempo que estuvo enfermo se dedicó a escribir. Refugió en las letras la pena y el dolor. La fe le llevó a dedicarle una poesía a San Juan de Dios, la cual fue premiada y conservada en los archivos de este hospital. Cualquier familiar era bueno para escribir por él los versos que de sus pálidos labios salían cuando dejó de sostener el lápiz.

Así murió. Para finalizar diré una frase que solía decir: «Cuántos recuerdos voy a dejar. Tengo que terminar el balate para que quede en la historia».

Delia Molina

Me llamo Delia Molina y trabajo en el mundo de la comunicación desde hace 20 años. He sido locutora en Onda Cero Granada y responsable de los Gabinetes de Prensa de la Diputación de Granada y del Ayuntamiento de Pinos Puente. He colaborado con la Fundación Zayas, gestionando sus redes sociales y páginas web. Ahora me uno a esta nueva y apasionante aventura para continuar comunicando desde el Valle de Lecrín para el Valle de Lecrín. Como dijo Víctor Hugo: “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.”??????

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