La denominada Terapia cognitivo-conductual puede ayudar enseñando al paciente identificar temores, pensamientos o situaciones que generan la ansiedad. También a aprender formas alternativas de interpretar las sensaciones corporales, modificando estos pensamientos, así como a ser consciente de como las preocupaciones le afectan.
Igualmente ayuda a modificar las respuestas a las sensaciones y síntomas corporales y a aprender habilidades para manejar ansiedad y estrés, y tolerarlos y a mejorar la funcionalidad cotidiana en el hogar, trabajo, y otras relaciones y situaciones sociales.
La ansiedad por si no es negativa, el objetivo no es la supresión total, sino aprender a gestionarla.
Existen algunas recomendaciones de autocuidado como las siguientes:
Aprender a cuestionar los pensamientos negativos, reconocerlos, cuestionarlos y sustituirlos por otros más tranquilizantes.
Aprender a organizar las actividades. Hacer agenda diaria realista, priorizando lo que es realmente importante. Controlar las responsabilidades.
Poner en práctica técnicas de resolución de problemas.
Técnicas de Respiración y Relajación, ayudan a reducir el malestar causado por la ansiedad excesiva. Controlar la respiración, disminuir el ritmo (la ansiedad lo aumenta) y hacerlo profundamente. La relajación muscular progresiva puede ayudar a que cada una de las partes del cuerpo este menos tensa.
Vida saludable, alimentación, ejercicio físico. Reducir el consumo de estimulantes como café, té, alcohol y otras sustancias toxicas. Adquirir buenos hábitos de sueño.
Mantener rutinas y actividades habituales, intentando no evitar las situaciones que generan ansiedad, sino controlarla. Es importante “no investigar en internet”, si tienes dudas consulta con el profesional sanitario.
Y por último realizar el tratamiento prescrito al “pie de la letra”, si algo va mal consulte al facultativo responsable, y si hay que modificar algo, él lo hará. No intente abandonar el tratamiento sin su consejo, él es el profesional encargado de ello.