“Mientas agonizo”, del Premio Nobel William Faulkner

Una novela coral en la que los flujos de conciencia de sus personajes se intercalan de forma magistral

minutos de lectura

Hace un par de años decidí lanzarme con Faulkner y leí “Luz de agosto” (1932). Recuerdo que la historia parecía deshecha en distintas piezas que iban encontrando su lugar conforme avanzaba la lectura. Y lo más importante, aún hoy me sigo acordando de los personajes y sigo pensando en algunas escenas —es de esos libros que dejan huella, ideal junto con este que nos ocupa para adentrarse en el peculiar universo de este escritor—. Pues bien, este Premio Nobel tan experimental y original lo ha vuelto a hacer con “Mientas agonizo” (1930). Este libro me ha impactado, me ha conmovido y me ha hecho reflexionar sobre la soledad, la idea de la muerte, la maternidad, las relaciones familiares y la identidad.

Faulkner nos regala una serie de personajes complejos, plagados de matices y despiadadamente humanos. Los miembros de la familia Brunden emprenden un viaje accidentado para cumplir la última voluntad de una madre a la que conocemos agonizando y a la que despediremos con el corazón helado.  

Me ha fascinado la habilidad de Faulkner para transmitir lo más profundo de los pensamientos y emociones de todos y cada uno de los personajes. Un total de catorce personajes a los que el autor da voz. Múltiples monólogos interiores en los que confluyen ideas contradictorias y alegorías muy particulares. No es una lectura fácil pero es completamente apasionante. La miseria y las mezquindades del alma humana contrastan con la grandeza de la hazaña a la que se enfrentan los personajes.  

Léelo con calma, a fuego lento. Déjate llevar y descubre diferentes miradas sobre una misma realidad. Te aseguro que habrá momentos que resonarán siempre en tu cabeza.

Para complementar la lectura existe una adaptación al cine protagonizada por James Franco, que fue presentada en el Festival de Cannes el pasado año 2013.

“Recordaba que mi padre solía decir que la razón para vivir era prepararse para estar muerto durante mucho tiempo” (fragmento del libro).

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