Las manchas en piel ya sea en cara o cuerpo, son de lo más común, sobre todo cuando hemos pasado un largo espacio de tiempo al sol. Es ahí donde se produce una lesión o inflamación por una sobreproducción de melanina. Una buena forma de aclarar o disminuir esa pigmentación es usar protocolos de belleza pautados por un profesional de la salud. No existe el bronceado saludable, nunca ha existido. El bronceado es un mecanismo de defensa de la piel para protegernos del daño solar, sin embargo, cuando hay una predisposición o en pieles muy expuestas a los rayos UV es muy normal que pasado el verano se produzca un aumento de la hiperpigmentación en la piel. Los lentigos solares o el melasma son las manchas más habituales después de la época de verano.
Y sí, aunque se haya usado protección solar pueden aparecer, ya que muchas personas olvidan la reaplicación o no se ponen la cantidad adecuada de protección solar. Y como diferencio el tipo de mancha… Existen varios tipos de manchas, pero las más comunes son los léntigos y el odiado melasma. Los léntigos son esas pequeñas manchitas, de bordes bien definidos, que empiezan como pecas, pero luego van formando manchas más grandes y aparecen en zonas en las que más nos da el sol a lo largo de la vida, como cara, escote y manos. El melasma, manchas oscuras peor definidas y más difusas, que suele aparecer con mayor frecuencia en mujeres en edad fértil y más aún cuanto más oscura sea la piel. Las zonas más típicas donde salen son mejillas, frente y labio superior, pero pueden salir por toda la cara. Su causa es desconocida, pero sí está claro que necesita sol para su aparición, aunque la genética, el uso de anticonceptivos, tratamientos hormonales o embarazo lo agravan mucho más.