Una reacción alérgica puede manifestarse de distintas maneras, y tanto los síntomas como la intensidad, pueden variar en función de las circunstancias personales y el momento. Las manifestaciones más habituales son:
Conjuntivitis alérgica: Afecta a los ojos, es una inflamación de la mucosa conjuntival. Los síntomas son lagrimeo, picor, enrojecimiento, escozor, hinchazón. Algunos alérgenos que la producen son el polvo, polén, alimentos… La conjuntivitis es muy común, afecta aproximadamente a un 25% de la población, se asocia con frecuencia a la siguiente manifestación.
Rinitis alérgica: Afecta a la nariz. Produce congestión y secreción nasal, picor, estornudos.
Urticaria: Afecta a la piel. Los pacientes que la padecen presentan picor, enrojecimiento, inflamación o hinchazón. Y ocasionalmente ampollas o descamación. Algunas personas reaccionan fuertemente cuando algún agente externo entra en contacto con su piel. Ejemplos de alérgenos que pueden causar síntomas en la piel son animales, alimentos, medicamentos, picaduras de insectos, sol, níquel, anisakis. El níquel está presente en la aleación de todos los metales y a los alérgicos les afecta según la cantidad que lleve.
Respiratorias (ASMA): Además de la rinitis alérgica, algunas personas tienen reacciones importantes cuando algún agente externo entra en contacto con su sistema respiratorio, desarrollando síntomas que pueden llegar a ser graves y que afectan a la calidad de vida de los pacientes. El ASMA es una de las reacciones alérgicas que merecen mención aparte. Es un trastorno que provoca que las vías respiratorias se hinchen y estrechen, provocando dificultad respiratoria, opresión en el pecho, tos, sibilancias (silbidos) disnea (ahogo).
En el ataque de asma los músculos que rodean las vías respiratorias se tensionan y el revestimiento de las vías se inflama, ocasionando dificultad respiratoria, disminuyendo la cantidad de aire que entra. Alérgenos desencadenantes del asma son: animales (caspa o pelaje de mascotas), ácaros del polvo, algunos medicamentos como aspirina (ácido acetilsalicílico) y otros antiinflamatorios, cambios en el clima, con más frecuencia el clima frío, productos químicos en el aire y alimentos, ejercicio, moho, polen, polvo de casa, infecciones respiratorias como el resfriado común, emociones fuertes (estrés), humo del tabaco.