En mis continuos paseos he podido dialogar con el ciclo de las estaciones que transforma este entorno tan singular. La primavera exuberante alza sus verdes y flores, con un sonido vibrante de los pájaros que allí habitan. En el sofocante verano aumenta la humedad y se crea un ecosistema que se enfrenta al calor y sus altas temperaturas. El otoño añade sus colores, texturas y nos enseña sus frutos. Finalmente, el invierno se cubre en la primera hora del día con una niebla especial, desnudando el paisaje.
Estamos en un contexto difícil, la sequía, los fuegos que acechan a nuestros bosques y el efecto de las personas sobre el entorno. Desde mis sensaciones, mi trabajo intenta convertirse en un documento de lo que está pasado y advirtiendo de lo que puede pasar.
La fotografía se quedará de testimonio del pasado, siempre desde el punto de vista del fotógrafo.