Un año más el punto final a la Función de las fiestas de Nigüelas lo ponía, ayer por la noche, uno de los actos más originales y antiguos de los que se celebran en el Valle de Lecrín: el tradicional Entierro de la Zorra.
Acompañada de los componentes de la Ilustre venerable, Insigne Colegial y Magistral Cofradía del Entierro de la Zorra y de la Banda de Música «San Juan Bautista» de Nigüelas-Lecrín, el peculiar personaje procesionó, caracterizado con algunos de los elementos del grupo ganador del concurso de disfraces de la Pública, por las calles de la localidad. La peculiar procesión finalizó en la plaza donde la zorra ardió simbolizando con sus llamas la quema de todo lo malo.
Tras la lectura de un escrito mediante el cual se invitaba al público a vivir los procesos de forma natural y a estar agradecidos con lo que nos regala cada día el presente, se procedió al ancestral baile de “Punta y Tacón” y se repartieron bocadillos y sangría a los asistentes.
Este insólito final de fiestas coincide con el fin del año hidrológico y agrícola, tal y como explica Daniel Pérez, uno de los fundadores de la cofradía, “se trata de una fiesta pagana que coincide con el final de las cosechas de verano y se celebra cuando se cierra un ciclo para abrir otro. Con la quema de la zorra se quiere quemar todo lo malo que nos haya pasado durante el año para comenzar el nuevo ciclo renacidos”.
Aunque la tradición se remonta siglos atrás, fue a mediados de los años noventa cuando se recuperó dotándola de numerosos elementos característicos como las túnicas que visten los “Jeremías” o falsos llorones que acompañan a la zorra, los bastones con cascabeles, los cencerros, las antorchas y las escupideras en las que beben vino. También se recuperó el baile de “punta y tacón” que ya danzaban tradicionalmente las abuelas de Nigüelas y cuyo origen se pierde en el tiempo.
“Antiguamente el entierro de la zorra se celebraba tras los días de veneración de la Virgen de las Angustias, era cuando la que la población se desmadraba y se reía de todo, algo que era permitido excepcionalmente por autoridades civiles y elásticas que miraban para otro lado y dejaban que el pueblo diera rienda suelta a su humor, picardía e ingenio durante ese acto”, explica Daniel quien asegura que desde la cofradía continúan trabajando y están abiertos a seguir añadiendo elementos y mejorando la celebración que año tras año se gana la simpatía del público que asiste a esta original puesta en escena.