Una reciente publicación con el título “Objetos devocionales domésticos en las tierras de la Mancha y el Valle de Lecrín en el siglo XVIII” indaga en estos enseres que formaban parte del amueblamiento de las casas durante el siglo XVIII en la comarca granadina del Valle de Lecrín y la zona correspondiente a la actual provincia de Albacete.
Sus autoras, la presidenta del Centro de Estudios Históricos del Valle de Lecrín (CEHVAL) y profesora de la Universidad de Granada (UGR), Margarita M. Birriel Salcedo, y la investigadora de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), Carmen Hernández López, estudian objetos devocionales sobre lienzos, tallas y láminas que representan cristos, vírgenes, santas y santos que han dejado huella en los documentos notariales como escrituras, dotes, inventarios, testamentos e hijuelas de partición. Asimismo, indagan en las advocaciones veneradas por las gentes que habitaron estos territorios en el siglo XVIII.
Así, demuestran que la posesión de imágenes era habitual en las casas del medio rural y parte de las prácticas religiosas de la catolicidad en el siglo XVIII. Muchas quedaron en la documentación notarial, pues las gentes de estos territorios consideraron necesario incluirlas cuando declaraban sus bienes. Las autoras, además, analizan como se despliegan por las casas.
Esta investigación forma parte de una más amplia sobre la casa rural de la España centro-meridional, en la que llevan años trabajando Margarita M. Birriel Salcedo y Carmen Hernández López. Los primeros resultados pudimos conocerlos en “Devociones domésticas objetos devocionales en los hogares rurales (siglo XVIII)”, publicado en el libro “Subir a los Altares” que coordinaron Inmaculada Arias de Saavedra Alías, Esther Jiménez Pablo y Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz.
Los objetos devocionales en el Valle de Lecrín del siglo XVIII: una gran devoción a la advocación de la virgen de Las Angustias
Atendiendo a los objetos devocionales de las casas del Valle de Lecrín que estudian Birriel y Hernández, habría un dominio claro de las imágenes pintadas principalmente sobre lienzo, siendo minoritarios los retablicos, las imágenes de bulto y las impresas (estampas, láminas y grabados). Destacan los registros de Jesús Nazareno y de la Virgen de las Angustias, que cuenta tanto en la provincia como en esta comarca con una devoción inusitada cuya amplia presencia en objetos devocionales parte de la ermita junto al Genil, que alcanzará gran difusión en los siglo XVIII y XIX. Asimismo, la advocación responderá a diferentes modelos iconográficos que evocan distintos momentos del drama de la pasión correspondiente al dolor de María al recibir en sus brazos a su hijo muerto tras bajarlo de la cruz.
Las autoras explican que en la ciudad de Granada la veneración a la Virgen de las Angustias parte de tiempos de los Reyes Católicos, en concreto de la pintura firmada por Francisco Chacón que pudo ser regalada por la reina Isabel la Católica, siendo venerada en la ermita de las santas Úrsulas y Susana –posteriormente parroquia de las Angustias-, donde en 1545 se constituyó la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y en el siglo XVI ya contaríamos con una imagen atribuida a Gaspar becerra, y cuya veneración y desenvolvimiento han sido estudiados en profundidad por los hermanos López-Guadalupe Muñoz.
En el caso del Valle de Lecrín, será en el siglo XVIII cuando penetre esta devoción, a la que apuntan que pudo contribuir el convento de los padres franciscanos de San Pedro de Alcántara de Albuñuelas, pues estaba bajo la protección de la Virgen de las Angustias. También señalan los retablos mayores dedicados a ella como el de Béznar o Restábal; la presencia de imágenes como en Nigüelas, o la labor de los arzobispos de Granada, uno de ellos originario del Valle, en concreto Don Francisco Perea y Porras (1666-1733), de Albuñuelas. En la actualidad, es patrona de algunos de los pueblos del Valle como Albuñuelas, Nigüelas o Padul.
Pero, si algo ha contribuido a la advocación a la Virgen de las Angustias en el Valle de Lecrín desde el siglo XVIII hasta nuestros días –explican Birriel y Hernández-, es la capacidad de recreación personal en las casas y de oración ante la virgen como han documentado en los objetos devocionales estudiados: más del 36% del total de los lienzos, aunque también retablos como el que lleva en la dota Narcisa Morales de Saleres, o el único ejemplo de bulto del inventario de José Ruiz de Restábal.
En cuanto a los santos, las cifras registradas no son significativas, encontrando un una mayor proporción, aunque no significativa, de San Antonio, San Antonio de Padua y San José. Y en cuanto a las Santas, es singular la presencia de Santa Bárbara, y la de Santa Ana quedaría marcada en los nombres de las mujeres del Valle de Lecrín, tras el de María.
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Es múltiple la producción académica de las autoras, Margarita M. Birriel Salcedo y Carmen Hernández López sobre la casa en la Edad Moderna. En concreto, sobre las devociones domésticas nos remitimos a las siguientes publicaciones:
En el año 2021: Objetos devocionales domésticos en las tierras de La Mancha y el valle de Lecrín en el siglo XVIII. En el libro coordinado por Cristina Borreguero Beltrán, Óscar Raúl Melgosa Oter, Ángela Pereda López, Asunción Retortillo Atienza, A la sombra de las catedrales: cultura, poder y guerra en la Edad Moderna, págs. 617-631.
En el año 2018: Devociones domésticas objetos devocionales en los hogares rurales (siglo XVIII). En el libro editado por la Universidad de Granada y Coordinado por / Inmaculada Arias de Saavedra Alías, Esther Jiménez Pablo y Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, Subir a los altares: modelos de santidad en la Monarquía Hispánica (siglos XVI-XVIII), págs. 295-343.
Estas investigaciones se enmarcan en el Proyecto “HAR2013-48901-C6-6-R Familia, desigualdad social y cambio generacional en la España centro-meridional 1700.-1900”, cuyo IP es Francisco García González.