La historia de Ikram Rharsalla es una historia de superación, de valentía y de constancia. La historia de una niña de once años que comprendió que a la vida hay que mirarla de frente y enfrentar las adversidades con arrojo y determinación.
Su capacidad de adaptación, su inconformismo y sus ganas de luchar por aquello en lo que cree y en lo que sueña, la han llevado a conseguir todo lo que se ha propuesto. Y es que esta gran mujer de sonrisa dulce y sincera y ojos profundos, que acaba de obtener importantes triunfos deportivos, va a seguir demostrándole al mundo que las metas están ahí para alcanzarlas sin perder de vista que en la vida lo importante no es el camino sino el trayecto.
¿Dónde naciste?
Yo nací en Uchda, una ciudad del noreste de Marruecos que limita con la frontera con Argelia soy la mayor de seis hermanos, cuatro chicas y dos chicas.
¿Cómo llegaste al Valle de Lecrín?
Mi padre trabajaba en España como vendedor ambulante, comenzó sus estudios en Francia, pero los tuvo que dejar para ponerse a trabajar y se vino aquí. Mi madre estaba empeñada en que mi padre nos trajera a España, al principio yo no lo entendía, no entendía su empeño porque en Marruecos vivíamos bien, en una casa alquilada la ciudad, donde estudiaba y no me faltaba de nada, aunque no teníamos grandes lujos. Con el tiempo he comprendido a mi madre, aquí hay muchas más oportunidades para la mujer y ayudas para poder estudiar. Para mi madre también fue una liberación, yo estoy contenta por ella, el venir a España le regaló una nueva vida llena de oportunidades.
¿Cómo fue tu llegada y adaptación a tu nueva vida en Dúrcal?
Celebré en España mis doce años ya en Dúrcal, llegué sin saber una palabra de español y en tres meses aprendí gracias a una persona muy especial para mí. Mi maestro Isidoro Villena en el Colegio de La Cruz fue mi principal apoyo, gracias a que él hablaba francés pude conseguirlo y llegar hasta donde estoy hoy. Él siempre me trató como a una más sin condescendencia, al revés me retaba para que me superara. Mi adaptación fue complicada, no me lo pusieron fácil, los niños son crueles, sufrí bulling pero yo nunca me deje amedrentar, puse mis límites desde el principio. No soy amiga de la violencia, pero dejé claro desde el principio que quien se metía conmigo o con mis hermanos tenía su respuesta. No soporto las injusticias y por eso siempre he estado al lado de los más débiles.
¿Cómo te fue en los estudios?
Tengo claro que a mí me ayudó mucho ser buena estudiante, me esforzaba mucho para demostrar que valía, al año ya uno de los mejores expedientes. Necesité aprender rápido porque ser la mayor de seis hermanos implica mucha responsabilidad, he ayudado siempre a mi madre, también en temas de gestiones y papeleos. Ahora estoy estudiando estadística, siempre se me han dado bien las matemáticas. Quise entrar en medicina, pero por unas décimas en las notas de selectividad no lo conseguí y aunque empecé enfermería lo dejé porque no era lo mío.
¿Cómo empezaste en el mundo del atletismo?
Siempre he practicado deporte, fútbol, kárate, aunque siempre estaba ahí el inconveniente del tema económico. Fue a raíz de conocer a Manu (Manuel Anguita subcampeón del mundo de trail) cuando comencé a correr, la primera que hice fue en Cozvíjar que la organizó en su pueblo, recuerdo que me perdí y la hice dos veces (recuerda entre risas). A partir de ahí me empezó a interesar el mundillo y ahora pues compagino los estudios con las carreras. Mi sueño sería llegar a ser campeona del mundo y creo que puedo conseguirlo, aunque tampoco hay que obsesionarse hay que saber que todo tiene su momento. Quiero formar una familia.
No me puedo imaginar cómo hubiera sido mi vida si hubiera seguido en Marruecos, siempre me quedaré con la duda. Yo me siento de aquí.