Desde el siglo XVI la Hermandad de las Ánimas Benditas de Cónchar, que hace poco ha perdido a uno de sus principales miembros, el médico Antonio José Ruiz Morales, se dedica a cuidar el cementerio. Esta Hermandad, que nació bajo el signo de la caridad, se encarga también de colocar las luminarias que acompañan al cadáver durante el velatorio, así como ofrecer misas a los difuntos y colaborar en los festejos.
El ya fallecido médico y mayordomo de la Hermandad de las Ánimas Benditas de Cónchar, Antonio José Ruiz Morales, indicó hace unos años que “todos los vecinos y vecinas de Conchar forman parte de la Hermandad y los mayores de edad ofrecen cada año tres euros para cuando le llegue la hora del fatal desenlace tenga derecho, eternamente, a un nicho en el cementerio de Cónchar y a misas y luminarias el día que está de cuerpo presente”, explicó.
Curiosamente en Cónchar suelen sobrar los dedos de una mano para contar los enterramientos que se producen cada año. La sede de la Hermandad de las Ánimas de Cónchar se encuentra muy cerca de la iglesia levantada entre 1610 y 1614, siendo su arquitecto Ambrosio de Vico.
En este pintoresco y apacible pueblo se celebra cada uno de enero la tradicional ‘Subasta de Ánimas’ para recaudar fondos para la Hermandad de las Ánimas Benditas. Todo lo que se subasta: jamones, chotos, granadas, jarapas alpujarreñas, arrobas de vino, billetes de lotería, calabazas, garbanzos, cerámica, cuadros y otras cosas es donado por los vecinos del pueblo y algunas personas de otras zonas. Se suelen recaudar unos 6.000 euros. También, en el día de los Reyes Magos se celebra la ‘Fiesta del Mosto’ para promocionar el pueblo, sus caldos y remojón ‘conhúo’ y recaudar dinero. Estas fiestas no se celebrarán por el coronavirus.
En otros tiempos existió en Cónchar un ataúd que perteneció a la Hermandad de las Ánimas. La ‘caja de muerto’ sirvió para transportar al camposanto los restos mortales de los cofrades pobres cuando dejaban este mundo. Una vez enterrado el cuerpo bajo tierra, el féretro volvía al cuartillo del cementerio para que otros pudieran utilizarlo. Asimismo, hubo en Cónchar, entre otras cosas, la llamada ‘romana de las Ánimas’, para recaudar fondos a través de las personas que la utilizaban para pesar.
Hasta 1990, cada familia de Cónchar abonaba cada año a la Hermandad de las Ánimas, dos pesetas. Después los mayordomos acordaron las subidas de 50 y 150 pesetas de las de antes. Ahora, cada matrimonio abona tres euros al año y cada uno de los solteros y solteras, a partir de los treinta años de edad, tienen que ofrecer otros tres euros al año para seguir siendo miembros de la Hermandad de las Ánimas.


Las obligaciones inexcusables de la Hermandad de las Ánimas de Cónchar son las siguientes: cuidar del cementerio en todos los sentidos; ofrecer misas por las Ánimas Benditas del Purgatorio; poner luminarias al difunto de cuerpo presente; cuidar en las fiestas de San Roque de la música que acompaña al patrón en la celebración de su misa y durante la procesión, así como del ‘castillo’ de fuegos artificiales que se tira después de la misma y que se tiren cohetes en las festividades de Año Nuevo y en las festividades de la Candelaria y San José, el Sábado Santo, el Domingo de Resurrección, el Corpus Christi y el día de la Inmaculada.
Antonio José Ruiz indicó también hace unos años que “la Hermandad de las Ánimas Benditas de Cónchar posee un secano con olivos en una zona y tierra para el cultivo en otra zona. Esta finca se arrienda cada cuatro años en la subasta de la ‘Rifa de Ánimas’ y se adjudica al mejor postor con la siguiente salvedad: el arrendatario saliente tiene derecho de recoger la aceituna y el grano, si lo hubiera sembrado, de la cosecha en curso. Es razonable la hipótesis que nuestra Hermandad sea una de las organizaciones que trajeron consigo, como parte de su cultura, los repobladores de esta zona tras la expulsión de los moriscos”, terminó diciendo.
Antonio José Ruiz Morales nació en Cónchar el 25 de febrero de 1955 y falleció el 21 de junio de 2021. Antonio adoraba a su esposa Laura Domínguez Almendros, a sus tres hijos: Laura (hizo el doble grado de Derecho y Administración de Empresas), Antonio (enfermero), y Manuel (Arquitecto), a su nieta Carmen (5 años) y a su nieto Manuel (2 años). Antonio José era un hombre que adoraba la Hermandad de las Ánimas Benditas de Cónchar. Era un ser entrañable, cercano, muy humano y honrado. Le encantaba el mundo de la viticultura y la medicina. Llevaba un año jubilado y 39 casado. La muerte le sobrevino a causa de una complicación en un trasplante de hígado. En Atarfe ejerció de médico 40 años. A todo el mundo le ofrecía su casa. Era muy íntegro, generoso y sensato. Muy amigo de sus amigos. Elaboraba el vino de autor para la familia y los amigos. El caldo blanco se lo dedicaba cada año a una mujer: Carmen, Ana, Laurita, Liona, Maura… Su mimado viñedo lo labraba en el pago de ‘El Alcázar’. Descanse en paz Antonio José ‘El Médico’, uno de mis mejores amigos. Uno de los hermanos de Antonio José trabajó en Telefónica y ya no se encuentra en este mundo. Su otro hermano, Manolo, es un gran cirujano y un hombre muy querido en su pueblo y fuero de su pueblo. El pueblo de Cónchar desea que una calle del pueblo lleve su nombre. Se lo merece.