La vida de Antonio López «El Iforeño»

Este vecino de Ízbor de 82 años se ha ganado la vida en la zafra, en la construcción, pastoreando en el Valle de Lecrín y La Alpujarra, haciendo queso y vendiendo esparto y carbón

minutos de lectura

Antonio López Álvarez nació en Ízbor el día 2 de abril de 1940. Antonio aprendió pronto los quehaceres del campo. Su padre, Antonio López Lara, fue municipal cuando Ízbor tenía Ayuntamiento propio. Su madre se llamaba Isabel Álvarez López. Eran cinco hermanos. Ya falta uno. Antonio es el mayor de ellos. Antonio no pudo ir a la escuela. Cuando cumplió ocho años comenzó a guardar cabras. Años después se dedicó con un burro a la zafra en Motril. Antonio también trasportaba haces de cañas a cuestas que pesaban cien kilos. Durante muchos años realizó la campaña de la caña de azúcar en Motril. El servicio militar lo tenía que haber hecho en El Sahara pero su familia se las apaño para que lo hiciera primero (1962) en el Campamento de Padul y después en el Córdoba 10 de Granada. Antonio trabajó también en Barcelona en la construcción de una carretera, ganando diez pesetas de las de antes a la hora.

Antonio López regresó a Ízbor para volver a ser pastor de cabras, ovejas y vacas. Cuando en el mes de mayo se secaba el campo de Ízbor, Antonio trasponía con sus animales a las sierras de Dúrcal, Nigüelas, Mondújar, Lanjarón, Soportújar, Cáñar, etcétera. Él dormía en una choza y tenía que tener mucho cuidado con las águilas porque se llevaban los borreguillos. Siempre iba provisto de una onda tejida con esparto para lanzarla con una piedra donde le parecía oportuno. Casi siempre cocinaba por la noche una cazuela de papas. Por la mañana migas o papas fritas y a la hora del almuerzo un pedazo de morcilla seca con pan. Todo el día lo pasaba con su ganado y sus perros. También hacía quesos con la leche sobrante. El ordeño lo realizó siempre a mano. En una ocasión pastoreó en la zona de la Venta de La Cebada situada en cuatro términos municipales. Una de sus grandes pasiones son las corridas de toros.

Según Antonio “desde chico me ha encantado ser pastor. Mi pueblo llegó a tener muchos habitantes y mucho trabajo. En Ízbor hubo siete tabernillas, dos molinos de aceite y otro de harina. También hubo tres o cuatro tiendecillas. Ahora solo queda una. Ízbor también tuvo panadería. Esta zona produce mucha almendra. De eso se vivía prácticamente. Mi sobrino tiene ‘un puñao’ de cabras. A mí me gusta mucho el oficio de pastor. He llagado a tener una cabra de raza malagueña que parió cinco cabritos. En el primer parto tuvo cuatro y en el segundo tuvo cinco chotos. Yo nunca me he divorciado porque estoy soltero. No ha habido ocasión. Ya llevo jubilado 17 años y vivo a la entrada del pueblo. Mi padre, que fue alguacil de Ízbor tuvo una tabernilla. Un vaso de vino costaba una peseta. El aguardiente era de Pinos del Valle. Yo he viajado poco. El mar lo conocí cuando fui a trabajar a Motril. Yo nunca pude pisar la escuela porque había que arrimar el hombro. Siempre he gozado de buena salud”, manifestó.

Antonio también indicó sentado en el tranco de su morada que “durante mucho tiempo me dediqué también a vender esparto en Dúrcal con un burro. El esparto lo recogían otras personas en el campo y yo se lo compraba para revenderlo en Dúrcal. En aquel tiempo en Dúrcal había muchas fabriquillas de soga. En El Darrón estaba ‘Perro Perdío’ que era de Baza y tenía una fabrica. El carbón lo vendía en Talará, Murchas, Chite, Nigüelas, Cozvíjar y otros pueblos del Valle de Lecrín. En Ízbor yo no he conocido carpinteros. Y cuando alguien fallecía había que ir a Lanjarón con una bestia para traerse la caja mortuoria. El antiguo campo santo estaba junto a la iglesia. Hasta el año 1972 aquí no había carretera. En las fiestas solían venir las bandas de música de Lanjarón, Dúrcal y Nigüelas. Los mayordomos se encargaban de atenderlos y de darle de comer. Cuando yo era joven me montaba en mi motillo y me iba a Lanjarón a las dos discotecas. Y cuando volvía a Ízbor no me iba a la cama porque tenía que ponerme a ordeñar las cabras”, terminó diciendo.

1 Comment

  1. Mi madre, de Izbor, cuenta que sí había carpintero en el pueblo, se encargaba de hacer las cajas. No recuerda su nombre pero era de origen portugués, casado con Juliana.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Lo último

0 0.00