El mirador de Melegís (I): Pervivencia de una tradición celta

Los celtas creen que los dragones son seres protectores de la Tierra y de sus habitantes por lo que no es de extrañar, por ello, que el dragón destaque entre los animales que encontramos en el mirador melegileño

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La tradición celta que voy a describir, presente en el Mirador de las Alvirillas de Melegís, no se debe a que este pueblo prerromano hubiera habitado en esta zona del Valle de Lecrín, sino que es una tradición importada por expreso deseo de la escultora que diseñó el mirador, Elena Vicente Herranz, que, según ella misma nos ha contado, surgió tras su visita a la ciudad galesa de Cardiff donde conoció el origen y la razón de situar figuras de animales en el perímetro de los castillos y palacios, mirando hacia afuera como medida defensiva y al objeto de preservar a sus habitantes de los posibles ataques de fieras y enemigos.

Esta tradición se materializa en el castillo del Marqués de Bute, situado en Cardiff, capital de Gales, donde hay un muro que lo circunda conocido como el “Muro de los animales” (Animal wall). Diseñado en 1866 por el arquitecto victoriano Willian Burges no se construyó hasta 1890. En esta primera fase se esculpieron nueve figuras de animales que se colocaron en el muro: una hiena, un lobo, dos babuinos, una foca, un oso, una leona, un lince y un león. En 1922 este muro fue desplazado debido a la ampliación de la carretera y en esta segunda fase se añadieron: un pelícano, un oso hormiguero, dos mapaches, un leopardo, un castor y un buitre, constituyendo un total de dieciséis animales. Está catalogado entre los Bienes Históricos Nacionales de Gales.

Los celtas, originarios de la Irlanda actual, tenían una fuerte conexión con la naturaleza y el mundo que los rodeaba y para ellos el dragón es una criatura mágica, sobrenatural y poderosa. Los celtas creen que los dragones son seres protectores de la Tierra y de sus habitantes. No es de extrañar, por ello, que el dragón destaque entre los animales que encontramos en el mirador y, a juzgar por la fiereza de su actitud, cumple a la perfección la misión de proteger a los melegileños. Asimismo, el dragón alado que preside el contorno del mirador significa la alegoría de la lucha del emigrante por abrirse camino en el país de acogida, por eso lleva en su morrillo, entre las alas, símbolos del salón de una casa: una mesa con patas de garras de león, un jarrón, una cuchara, un teléfono de la época y un cuadro. Esta figura del dragón que encontramos en el paseo-mirador tiene la peculiaridad de ser una copia exacta de la que se halla en la celada del rey Jaime I de Aragón, El Conquistador, que vivió en el siglo XIII (podemos ver su similitud en la foto que se adjunta).

De este muro es, como hemos dicho, de donde tomó la idea la diseñadora de la balconada; aunque los animales que aparecen en Melegís solo son un dragón, un pájaro, un gallo y un armiño, las funciones que desempeñan son las mismas: ahuyentar a los enemigos y defender de adversarios a los moradores que viven en el pueblo, situado a las espaldas de este mirador, el lugar, precisamente, a donde miran la mayoría de sus visitantes cuando se hacen una foto de recuerdo, todos o casi todos, de espaldas al paisaje. En la baranda del muro, se van alternando las esculturas en bronce con tejados de cerámica vidriada de colores, de influencia mudéjar. Y hemos de decir que esta función defensiva la ejercen también las reproducciones de los objetos (aceitera, caja dispensadora de cigarrillos, jícara de electricidad, pagoda china…) que habían traído de recuerdo aquellos que emigraron en los años 60 y 70 a países de Centroeuropa y que su autora colocó en el contorno del mirador que, por otra parte, se adaptaba en sus dimensiones y estructura a la magnífica curva de la carretera. Así, los objetos, los recuerdos, los sueños de los que emigraron y la realidad de los que regresaron, se ven alentados y perpetuados en este mirador, realizado entre 2005 y 2008 como homenaje a los emigrantes; representan, de alguna manera, sus vivencias y añoranzas en Alemania, Suiza, Francia y Holanda, países extranjeros que durante años fueron su nuevo hogar.

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