La vida cotidiana en el Iqlim Garnata 

La huella de Al-Andalus está todavía presente en muchas costumbres españolas, especialmente en Andalucía y naturalmente en nuestro Valle de Lecrín. Vamos pues a hacer un viaje al pasado y veamos, o mejor dicho imaginemos cómo era la vida diaria de la época nazarí en nuestro Valle

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Las viviendas de nuestra zona, al tratarse de pequeñas aldeas o alquerías las casas en su mayoría debían ser de carácter humilde, quizás no tuvieran mucho más de cincuenta metros cuadrados y unas pequeñas habitaciones. La entrada era siempre a través de un estrecho pasillo, casi siempre en ángulo que desembocaba en un pequeño patio, en él era normal la presencia de una fuente o un pequeño aljibe con la que se surtían de agua. El patio siempre era el centro de la vida familiar, donde las mujeres realizaban sus tareas. Las casas tenían pocas y pequeñas ventanas al exterior, además estaban cubiertas con celosías de madera, para ver sin ser vistos desde el exterior y proteger la intimidad familiar.

El mobiliario en las grandes mansiones colgaban en las paredes, para adornar y crear un ambiente más calido unos paños o tapices de lana fina o de seda y cubrían el suelo con alfombras, claro que en las casas más humildes no había colgaduras en las paredes y cubrían el suelo con simples esteras. Ya fueran grandes o pequeñas las casas tenían poco muebles. En lugar de armarios usaban baules de madera que servían para guardar ropa, bien de casa o personal y para guardar la vajilla y otros objetos de casa. Tenían unas mesas redondas, más bien bajas, con almohadones redondos de cuero teñidos de vivos colores, si su economía se lo permitía donde se sentaban para las comidas. Para el descanso si podían usaban colchones de lana ó  simples camastros. 

En la cocina guardaban los platos y los útiles para guisar, tenían calabazas para guardar el agua, cestos de esparto para guardar alimentos, tinajas de barro para el aceite, para la carne en conserva, para la harina, para el vinagre, la miel o los frutos secos. Para calentar las casas en invierno, usaban braseros de metal o de barro cocido, donde quemaban carbón. Para iluminarse en la noche tenían lámparas de aceite, velas de cera o de sebo las cuales eran más baratas.

En cuanto a la alimentación, el trigo era el artículo básico aunque el nivel económico influía mucho en cada casa, si eran más acomodados tenían una alimentación muy variada y si pertenecían a un nivel más bajo era muy elemental. Cada familia confeccionaba su propio pan y se llevaba a cocer al horno público más cercano. En invierno era frecuente tomar sopas de sémola, a veces si podían con carne picada, ya que en las familias más humildes la carne era un artículo de lujo, reservada para los días de fiesta. Un plato muy popular era una papilla de carne picada y trigo con grasa. Con mucha frecuencia consumían legumbres, casi siempre en puré, por ejemplo de lentejas, de habas o garbanzos, además de las sopas de verduras con especias. En verano eran muy aficionados a las ensaladas y entremeses fríos con salsas picantes. El pescado, al que eran muy aficionados, solían tomarlo en escabeche. La carne aparte de las aves, la que más le gustaba era la de cordero lechal y cabrito. En el siglo XIII se puso de moda el comer un plato compuesto por cuz-cuz con carne de cordero. Además eran muy aficionados a la carne a la parrilla y las salchichas picantes. Eran típicos los hojaldres rellenos de carne picada de pichón con pasta de almendra, así como los pasteles de queso perfumado con agua de rosas, pasteles fritos de almendra, azúcar y almizcle, las tortas de mantequilla o piñones y nueces que era una especie de turrón ó pasteles de avellana y miel. Siempre cocinaban con muchas especias, por ejemplo: jengibre, azafrán, cilantro, canela, comino o pimienta. Además consumían gran cantidad de arroz, cuyo cultivo difundieron los árabes en España y fritos rellenos de verduras. Como dulce típico, casi como una golosina, tenían la llamada almojabana que era una torta frita de queso blanco con canela y miel. La fruta también era un producto muy consumido. Las bebidas más comunes eran el agua aromatizada con esencia de azahar o de rosas, la leche, los jarabes de membrillo, manzana, granada, limón y horchata. Y como curiosidad, a pesar de la prohibición del Corán bebían vino, quizás por la influencia de la españa cristiana que sí era frecuente su consumo.

Respecto a la higiene, los hispanomusulmanes eran muy cuidadosos con su aseo personal. Las casas de un alto nivel disponían de salas de baño incluso con algo parecido a nuestras bañeras  en mármol o piedra y en las casas de menor nivel usaban para el aseo lo que llamaban un aguamanil. Existían además en casi todas las poblaciones baños públicos a los que asistían por separado hombres y mujeres, ellos por la mañana y ellas por la tarde atendidas siempre por mujeres. El baño en sí comprendía una sala fría, otra templada y otra caliente. Se podían alquilar las toallas y comprar tierra de batán para lavarse el pelo. Estos baños públicos era también usados como lugar de reunión, donde podían discutir de política o comentar los acontecimientos del día o del pueblo. Las mujeres también lo usaban como salon de belleza, porque podían depilarse, se rociaban y trataban el cabello con aceites perfumados o se cuidaban el cuerpo con ungüentos o cremas especiales.

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