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«Si se hubiera trabajado en prevención y nos hubiésemos preparado correctamente, podríamos haber evitado lo que con tanto dolor estamos sufriendo»

Preguntas y respuestas de la problemática de los incendios forestales: el caso del incendio de Los Guájares

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Artículo escrito por Juan Salvador Santiago Cabello, natural de Padul, licenciado en Biología por la UGR, máster en conservación, gestión y restauración de la Biodiversidad por la UGR. Estuvo tres años trabajando en proyectos de conservación para BirdLife Malta.

Desde mi conocimiento y sin ser un experto en extinción de incendios forestales voy a tratar de resolver algunas cuestiones, de un tema tan complejo y controvertido, reconociendo que cualquier técnico o profesional del INFOCA, o agente de medio ambiente, sabrá mucho más del tema que yo, con todo mi respeto a todos ellos.

¿Por qué son importantes los bosques?

Suministran los llamados servicios ecosistémicos. Beneficios que nos proporcionan los procesos naturales que ocurren dentro de ellos. Por mencionar algunos, actúan como sumidero de dióxido de carbono, captándolo de la atmosfera y mitigando la subida de temperatura, son verdaderos pulmones que producen el oxígeno que respiramos, posibilitan las precipitaciones, nos protegen de los procesos erosivos y evitan que se produzcan inundaciones, facilitan la infiltración del agua en los acuíferos, albergan una gran biodiversidad que permite el funcionamiento correcto de los ecosistemas, en otras palabras, nos dan la vida. Sin ellos no tendríamos aire que respirar, agua para beber y cultivar, clima estable para poder vivir. Pero seguimos sin tratar correctamente a los bosques y otros espacios naturales. Durante mucho tiempo se han visto únicamente como un medio económico y una zona que explotar, y si no se podía sacar provecho de ellos no tenían valor, pero estos territorios deben conservarse y gestionarse adecuadamente con o sin beneficio económico, porque sus beneficios reales están por encima de cualquier beneficio económico. Esto está cambiando y con un desarrollo sostenible e integrado verdaderos, podrían compatibilizarse ambos beneficios e incentivar el desarrollo y preservación de las zonas rurales y su economía, junto a estos espacios. Un equilibrio de beneficio y conservación mutuos. Entre lo rural y lo natural.

¿Por qué se producen los incendios forestales?

Muchas de las causas son estructurales: factores intrínsecos propios del medio natural, el entorno socioeconómico, características de la vegetación, condiciones climáticas, uso indebido del fuego, presión urbana en los límites de los terrenos forestales, entre otros muchos factores. Todos ellos contribuyen a que se produzcan los incendios forestales.

Pero las causas inmediatas evidencian que el humano es el factor determinante. Sólo el cuatro por ciento de los incendios son debidos a causas naturales como puede ser un rayo. La mayoría se producen de forma intencionada por distintas motivaciones ya sean económicas o de otro tipo, y por negligencias, es decir, actividades que no persiguen causar un incendio, pero finalmente lo causan, como quemas agrícolas incumpliendo la normativa que las regula, u otros usos inadecuados.

Para averiguar las causas exactas de los incendios forestales entra en juego la BIIF, brigada de investigación de incendios forestales. Hay una por cada provincia y están formadas por agentes de medio ambiente especializados.

¿Por qué son tan difíciles de apagar los incendios forestales en la actualidad?

Evidentemente no se han hecho las cosas bien durante mucho tiempo, sobre todo en la prevención y trabajos de gestión forestal y silvicultura, que a lo largo del año deben hacerse. La falta de interés y de presupuesto en esta materia ha precipitado el contexto actual. Además de otras razones que motivan la situación presente de los incendios forestales, como el abandono de las zonas rurales.

Pero el factor clave, es el cambio climático. Y en esto tenemos un gran problema. Cada vez más personas creen que este no existe o está motivado por razones económicas, como si fuera un negocio. Pero no hay debate, es un hecho científico y nos va la vida en entenderlo. Sin embargo, otros negocios durante mucho tiempo en los que únicamente se ha pensado en el beneficio y crecimiento económicos, sí nos han llevado a esta situación. Mitigar los efectos del cambio climático es todo lo contrario a un negocio, hay sin duda sectores económicos que se benefician, aunque realmente implica frenar el consumo y decrecer, medidas impopulares que nadie está dispuesto a aplicar, por el coste político que suponen. Pero si no actuamos rápido en este tema, perderemos nuestro modo de vida y no es una exageración. Podemos decidir por nuestra propia voluntad cómo planificar y ajustarnos a este nuevo contexto, vivir de forma sostenible y en comunidad, o finalmente, las medidas se impondrán a la fuerza por necesidad y supervivencia, y eso sería un drama. De momento nos dirigimos a la segunda opción, pero aún tenemos margen de actuación, aunque es trascendental entender que no nos queda mucho tiempo.

El cambio climático es un sólo aspecto dentro de lo que se conoce como cambio global. Esto significa que las presiones que el humano está ejerciendo sobre todos los ecosistemas y sistemas terrestres, y sus ciclos naturales que posibilitan la vida en la tierra, están poniéndolos en peligro real de colapsar, esto se conoce como colapso ecológico. Si esto ocurre, nuestra existencia sobre este planeta desaparecería. La vida en la Tierra ha superado cuellos de botella mucho perores y puede sobrevivir, pero nosotros no. Además del alto coste que supone toda la bella biodiversidad que nos estamos llevando por delante en este proceso voraz del humano, debido a un modelo socioeconómico totalmente insostenible e irreal, moribundo y que debemos cambiar, si de verdad queremos preservar nuestra existencia y toda la diversidad de formas de vida con las que compartimos este planeta azul. Todo depende de lo que los anglosajones han acuñado como “tipping points”; puntos de inflexión, que si sobrepasamos ya será demasiado tarde. Uno de ellos es la temperatura. Si sigue subiendo y superamos el límite marcado por la ciencia de un 1.5 centígrados por encima de la media de la temperatura global, nuestra atmósfera será tan inestable, el clima tan impredecible y desfavorable, que ya no podremos hacer nada más que contemplar una catástrofe global real y no sólo local o regional. Imaginen nuestra bella comarca, ahora por desgracia con mucha de su superficie de bosque calcinada, sin agua. ¿Cómo se podría extinguir un incendio sin esta? Y llegado a este punto, ¿habría algo que preservar más que una zona árida y despoblada? No podríamos vivir aquí. Esto es lo que hay que entender y situar por encima de cualquier interés o plano, ya sea ideológico, político o económico.

Se estarán preguntando cómo influye todo esto en lo ocurrido estos días en el Valle de Lecrín y de los Guájares. Lo primero que hay que entender es que los efectos del cambio climático son acumulativos, y si no dejamos margen de regeneración a los ciclos naturales se va produciendo una sinergia de factores negativos que influyen en esta dinámica. Los más significativos son las olas de calor, cada vez más duraderas e intensas, y, por otro lado, la sequía. Ambos contribuyen a un suelo cada vez más seco, que, sumado a la mala gestión forestal y ausencia de trabajos de silvicultura y conservación, han producido el peor escenario para poder extinguir un incendio forestal. Son los llamados incendios de sexta generación, con capacidad de crear su propia meteorología, avanzar mucho más rápido y generar nuevos focos de incendios en lugares distantes, lo que los hace muy complejos y difíciles de extinguir, y muy peligrosos para el personal de extinción. Y esto es esencial, la prioridad debe ser evitar a toda costa que se produzcan, porque cuando lo hacen, ya poco se puede hacer. No es una cuestión de más o menos medios de extinción, el INFOCA tiene excelentes medios personales, logísticos y materiales, siendo uno de los mejores sistemas de extinción de incendios de Europa. Es en la prevención donde se debe poner el foco, y en eso entra de lleno lo ya repetido: correcta gestión forestal, silvicultura preventiva suficiente y adecuada, garantizar accesos e infraestructuras necesarias a los medios de extinción para acceder a las zonas de trabajo y poder escapar en situaciones de peligro, helipuertos y puntos de agua para usar sin necesidad de cubrir largas distancias para recoger agua, etcétera. Todo lo que facilite la extinción del incendio cuando se produzca y, sobre todo, evitar que ocurra. Pero el factor más importante, como ya he mencionado, es el cambio climático, debemos entender que es vital mitigar y amortiguar sus efectos. Y aquí entra en juego el papel de los políticos y administraciones, pero también el nuestro, como ciudadanos.

El cambio climático se traduce en muchos efectos. Una atmósfera más caliente que evapora cada vez más agua, y por tanto es cada vez más energética e inestable, con vientos más fuertes y cambiantes, clima más extremo y difícil de predecir. Todo eso suma en la dificultad de extinguir los incendios forestales y en su problemática general.

En definitiva, lo que ha ocurrido en estos últimos años y sobre todo este verano en España, es simplemente que se ha visibilizado el problema. Ha estado inadvertido hasta que el monstruo que hemos alimentado directa o indirectamente, ha llamado a nuestras puertas y ha venido para quedarse. Comprender esto es fundamental. Pero la sociedad en general, se ha comportado como si nada de esto fuera con ella, y esto tiene que cambiar.

¿Qué es el INFOCA?

“Es el plan de emergencia por incendios forestales en Andalucía, teniendo como objeto establecer medidas para la detección y extinción de los incendios forestales y la resolución de las situaciones de emergencia derivadas”, tal y como lo define su decreto de creación. En él se encuadra personal técnico cualificado y especialistas, para los trabajos de detección, prevención y extinción de incendios forestales.

Durante estos días hemos podido comprobar perfectamente su necesidad y valor. Personal que ha arriesgado sus vidas para poder apagar este incendio. No obstante, muchos de estos trabajos no están valorados económicamente y están sometidos a la precariedad y temporalidad, sin personal suficiente durante todo el año para que puedan realizarse todos los trabajos necesarios en los terrenos forestales, trabajo de prevención que podría evitar estos sucesos.

Es necesario destacar su forma de trabajo, expuestos al peligro y jugándose su propia vida. Algo que no tiene precio. Tenemos que entender que las condiciones de un incendio forestal y su contexto, son muy complejos y difíciles, y más con esta nueva tipología de ellos. Muchas veces es imposible atacar directamente el frente del incendio, ya que la altura de las llamas, su intensidad y temperatura lo hacen imposible. Al igual que la orografía, el viento o la densidad del humo. Con los medios aéreos ocurre igual, no siempre pueden operar por diversas razones. Y ver nuestros bosques arder o nuestros hogares en peligro puede llevarnos a pensar de forma equivocada.

Su trabajo obedece a una perfecta coordinación y planificación, elaboración de estrategias, con condiciones cambiantes e impredecibles, en las que hay que tomar decisiones difíciles y de gran responsabilidad, sin margen de tiempo. Usando cartografía, imágenes aéreas y de satélite, modelos en tiempo real, teniendo en cuenta cada detalle y aspecto. Pero de todo esto puede hablar mejor que yo cualquier persona que pertenezca al INFOCA.

¿Qué debemos hacer ante una situación de incendio forestal?

Lo más adecuado y altruista en estos casos es dejar trabajar a los profesionales. La buena fe y ver arder lo que más queremos puede empujarnos a tomar decisiones que no son las más acertadas y pueden suponer un problema adicional para los trabajos de los especialistas, originando contratiempos o situaciones de peligro. El personal del INFOCA está altamente profesionalizado y formado, con el material y las herramientas adecuadas, y como se ha explicado, hay toda una estrategia y plan detrás, con actuaciones quirúrgicas, intervenir por cuenta propia en estos casos es ocasionar más problemas que soluciones.

Si se puede ayudar de otra forma, siguiendo las recomendaciones del INFOCA y, por otra parte, podemos contribuir cada día con nuestros hábitos y comportamientos, ayudando a proteger y respetar los bosques y espacios naturales, y mitigar los efectos del cambio climático.

¿En qué estamos fallando y por qué hemos llegado a esto? ¿Qué se puede hacer?

Sobre todo, en educación ambiental. Los espacios naturales se han tratado únicamente desde una perspectiva económica durante mucho tiempo y eso aún sigue muy arraigado. No se les da el valor real a estos territorios. Esto explica los malos usos que en ellos se practican y los ponen en peligro, o la falta de inversión para gestionarlos adecuadamente. La economía es una de las mayores barreras y el medio ambiente ha estado, administración tras administración, sin un presupuesto adecuado ni a la altura de la situación, lo que nos ha llevado a este momento crítico. Sin inversión suficiente no se pueden realizar los trabajos de selvicultura y gestión necesarios, tampoco prevenir ni vigilar todo el territorio para la detección de amenazas como los incendios forestales u otros problemas que están afectando a los entornos naturales y terrenos forestales. La naturaleza no ha sido una prioridad para las administraciones ni para la ciudadanía, pero es la que posibilita toda la vida en La Tierra. Ahora hemos llegado a este punto crítico, donde nos va la vida en preservar adecuadamente el patrimonio natural. Por ello, la educación ambiental es fundamental para que estos espacios sean valorados como merecen y saber cómo debemos comportarnos en ellos, qué usos pueden realizarse y cuáles no. Un código de conducta y respeto para con el patrimonio natural, que ha estado ausente mucho tiempo y ya es hora de ponerlo en marcha. Las generaciones futuras son clave, pero el tiempo se acaba y es nuestra generación actual la que debe dar el paso definitivo. Nos toca ser protagonistas activos.

Otro de los puntos donde hemos fallado es en la prevención y vigilancia. En este papel es esencial el cuerpo de agentes de medio ambiente de la Junta de Andalucía, cuya labor es vital. Ellos son los ojos de nuestros bosques y espacios naturales, y la primera defensa. Pero son demasiado pocos, hay un déficit de plazas que ninguna administración está cubriendo y las necesidades de este momento crítico de colapso ecológico donde nos encontramos, es un deber moral y práctico aumentar su número, autoridad, recursos y protección. Muchas veces están totalmente expuestos a verdaderos criminales que encuentran en el entorno natural total impunidad, cosa muy extraña. Imaginen las calles sin protección y vigilancia y vía libre para los delincuentes, pues esta es la situación a la que se han acostumbrado y de la que algunos han sacado provecho durante décadas en los espacios naturales, y por ello ocurren muchas de las catástrofes medioambientales que vemos hoy. Este cuerpo debe cubrir inmensas extensiones y no hay personal ni recursos suficientes para labor de tal magnitud, lo que nos resta tiempo de reacción ante situaciones como las vividas estos días en nuestra querida comarca. Tiempo vital que puede marcar la diferencia entre la catástrofe o no. Es mucha responsabilidad sobre los hombros de un cuerpo que están dejando que se extinga cuando más necesario es. Ya es hora de reivindicar también su papel y necesidad, y denunciar la situación de desprecio que han vivido durante años por la administración y ciertos sectores a los que les es molesta su presencia en los entornos naturales.

Las administraciones, desde luego son responsables de esta dejadez, falta de inversión e iniciativa para resolver todos estos problemas, como en la educación ambiental citada en primer lugar. Se ha fallado a este nivel porque no ha habido coste político por parte de la ciudadanía, por haber dado un valor residual al mayor problema al que nos enfrentamos actualmente sin duda. Los políticos entienden de votos y han dado preferencia a otros problemas que parecen haber preocupado más a la sociedad, y eso es también parte de culpa de los medios de comunicación que no han informado adecuadamente en estos temas.

La ciencia ha sido clara desde el principio. Sus modelos ya preveían que ocurrirían estos eventos. Lo que hemos visto este verano en España y otras partes del mundo, se sabía y la ciencia ha estado advirtiéndolo y anunciándolo, pero no se ha tenido en cuenta, sólo hasta que ha sido demasiado tarde. Ahora tenemos la oportunidad de aprender de este error. Si se hubiera trabajado en prevención y nos hubiésemos preparado correctamente, podríamos haber evitado lo que con tanto dolor estamos sufriendo. Pero se ha fallado a nivel local, comarcal, regional y estatal. Ninguna de las administraciones ha estado a la altura.

A nivel de ayuntamientos o comarcal, existen varios instrumentos interesantes que han estado ausentes. Las agrupaciones de defensa forestal y los grupos de pronto auxilio. Ambos permiten que los mismos vecinos puedan participar voluntariamente en las acciones de prevención, detección y extinción de incendios forestales, formarse adecuadamente y equiparse con el equipo y material necesarios. Grupos de voluntarios locales, formados y preparados para ayudar en situaciones como esta y colaborar en otras labores de prevención dentro del plan INFOCA. Existe un tercer mecanismo que además es obligatorio para los ayuntamientos: Plan Local de Emergencias por Incendios Forestales (PLEIF). Tener actualizados y operativos a nivel local estos planes pueden contribuir en la eficacia de la extinción y desalojo en caso de ser necesarios. Además, existen los planes de prevención de incendios forestales que deben redactar los propietarios de los terrenos forestales, tanto públicos como privados, muy útiles a la hora de evitar que se produzcan incendios en dichos terrenos.

Y concretamente, en este incendio forestal de Los Guájares, se ha fallado en la forma de informar por parte de ayuntamientos y por todos nosotros en las redes sociales. Que ha visibilizado la necesidad en educación ambiental y concienciación en estos temas. Lo que, en lugar de sumar en ayudar a entender la problemática, nos ha llevado a lo contrario. Sería interesante en esta línea, que ante eventos como este se informe de una manera más práctica y objetiva, pues de otro modo se genera confusión entre los vecinos y que se desvíe el foco de atención.

Por último, hablar de la restauración, como coyuntura para establecer un bosque más resiliente y preparado ante los efectos del cambio climático, los incendios forestales y todos estos problemas a los que cada vez están más sometidos.

En resumen, se podría decir que todas las administraciones y todos nosotros en general, hemos fallado de algún modo, yo incluido, pero del mismo modo tenemos la oportunidad de cambiar esta situación y evitar que esto vuelva a ocurrir, o si ocurre, saber afrontarlo de mejor modo y al menos, estar preparados. Está en nuestras manos.

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