El Día de Muertos, una de las festividades más importantes de México, tiene su origen hace más de 500 años cuando se unieron las tradiciones de la cultura prehispánica con la católica. En esta fiesta se celebra el retorno transitorio a la Tierra de los familiares y seres queridos fallecidos, quienes cruzan el Mictlán para estar con los mortales.
Esther Margarita Piña, Mahita, es mexicana y lleva quince años residiendo en Dúrcal, donde cada año, por estas fechas, continúa con su tradición de honrar a sus difuntos montando un colorido altar cargado de simbología para que todo el que quiera lo visite
“Desde que somos niños se nos inculca que la muerte no es triste porque allá donde van nuestros muertos no hay dolor ni sufrimiento ni pena, son felices hay que estar contentos”, explica Mahita mientras nos explica la simbología de su altar que representa los diferentes tramos del camino que recorren los difuntos.
“En la parte de abajo ponemos semillas y tierra para representar por donde ellos transitaron. La mesa con los alimentos, pan de muerto, fruta, agua, sal para que los purifique y velas cuya la luz les muestra el camino, los objetos blancos que significan la pureza y las flores amarillas y naranjas, el color del sol, que simbolizando la pureza del más allá”.
En el último escalón del altar se representa la continuación del proceso, “es cuando llegan al cielo que se representa con símbolos e imágenes religiosos”, Mahita ha colocado a la Virgen de Guadalupe junto a la fotografía de los familiares fallecidos.
El resto de la decoración está compuesta por objetos personales de los muertos y múltiples representaciones de catrinas “siempre tienen una cara alegre y sonriente porque allá donde están alegres, el que estén muertas no quiere decir que estén tristes”, explica.
En los altares mexicanos tampoco falta la figura de un perro” para que les guíe en su camino en el caso de que se pierdan”.
Además, también se pueden leer frases como “No muere quien se va, muere quien se olvida” o “No me llores, no porque si lloras yo peno. En cambio, si tú me cantas yo siempre vivo y nunca muero”.
Allí en México se reúnen las familias a celebrar alrededor de estos altares, «a platicar anécdotas divertidas y alegres de sus antepasados, se canta y se baila, en el pueblo se le llama la Feria del Hueso, se festeja alrededor de los panteones con dulces, comida y fuegos artificiales”.