En uno de los pueblos del municipio de Lecrín, en Murchas, se celebra en Navidad el Rosario de las Cruces en acción de gracias por los escasos daños personales durante el gran terremoto de 1884, destacando los cantos a partir de la ocho de la noche. Hasta hace unos lustros participaban tan solo los hombres. El día 25 de diciembre se reza el rosario por el casco urbano y el campo. Algunos van provistos de armas de fogueo para realizar disparos al aire. Asimismo, el día 31 se vuelve a realizar el rosario pero solamente por el pueblo, acompañado por la banda de música, que en los últimos años corre a cargo de la Asociación Musical Valle de Lecrín-Nigüelas, y anteriormente, por las bandas de música de Dúrcal, Nigüelas y Lanjarón.
El tremendo temblor de tierra ocurrió el día 25 de diciembre de 1884, a las nueve y ocho minutos de la noche y la sacudida duró 20 minutos. En Murchas hubo 9 muertos y 13 heridos. Se hundieron el 90% de las casas del casco urbano y el 50% de las del término municipal. Tras el terremoto, los habitantes tuvieron que desplazarse a vivir en chozas en el paraje rural de Las Cruces. Y desde entonces viene la tradición de las salvas de disparos cuando se canta el rosario. En los dos años que duró la reconstrucción del pueblo, de vez en cuando se realizaban disparos al aire para asustar a los saqueadores que se acercaban de otras partes.
En Murchas las fiestas patronales en honor a la Virgen de los Desamparados y a Santa Lucía, tienen lugar el 31 de diciembre y los días 1, 2 y 3 de enero. En Murchas existe una placa de mármol que recuerda el gran terremoto y que reza lo siguiente: «Murchas destruida por el terremoto del 25 de diciembre de 1884. Reconstruida en 1896 por los excelentísimos señores arzobispo, gobernador y presidente de la Diputación». Cuando ocurrió el terremoto una mujer ciega llamada Lucía Valero se refugió debajo de una escalera muy asustada por el temblor y el vocerío de la gente. Y de repente escucho estas misteriosas palabras: «Lucía no temas que no te pasará nada».
Arenas del Rey, Las Albuñuelas, Alhama de Granada, Játar, Santa Cruz del Comercio, Ventas de Zafarraya, y otros pueblos sufrieron muchos daños a causa del terremoto de 1884. Se calculó que hubo 800 víctimas mortales, 1.600 heridos, 4.400 casas derrumbadas y otras 13.000 dañadas. Alfonso XII, a pesar de estar enfermo, visitó algunos lugares y otorgó una cantidad de dinero a cada afectado. España y otros paises también aportaron su granito de arena gracias al director del periódico granadino El Defensor de Granada, Luis Seco de Lucena, que logró sensibilizar a toda la prensa española. el 14 de enero de 1885, Alfonso XII, a pesar de estar enfermo, acompañado de María Cristina y las infantas Isabel y Leocadia, visitó el Valle de Lecrín. El primer pueblo que lo acogió fue El Padul. En Dúrcal, en el palacio de los Marqueses de Márgena se hospedó.
La devoción de Murchas a la Virgen de los Desamparados se debe a que parte de los colonos que repoblaron este precioso pueblo, tras la expulsión de los moriscos, procedían de Valencia y llevaron consigo una imagen de su patrona. Las fiestas de Murchas son estupendas y con mucho sabor a pueblo. El célebre ‘entierro de la zorra’ es muy divertido. Murchas, en la margen derecha del Río Torrente, en otros tiempos tuvo ayuntamiento propio. Ahora pertenece al municipio de Lecrín junto con los pueblos de Talará, Béznar, Mondújar, Chite y Acequias. Muchísimos olivos de Murchas son centenarios.
Merece la pena conocer este pueblo: sus calles, iglesia, ruinas del Castillo de la Lojuela, la Acequia de los Arcos, sus senderos, festejos, etcétera. Durante muchísimos años el encargado de tocar a mano las campanas de la iglesia fue el recordado José Alcalde, más conocido por ‘El Niño Blas’. El día que más sufrió este buen hombre dedicado al pastoreo fue cuando tuvo que doblar las campanas para anunciar la muerte de su joven hija Gerarda. En Murchas hubo un hombre muy querido y respetado llamado Miguel. Pues bien, en la Guerra Civil era el alcalde de su pueblo, y cuando en varias ocasiones se acercaron a Murchas con un camión personas de derechas para llevarse a los vecinos que traían en la lista que eran de izquierdas, don Miguel, se negó a ello con pistola en mano. Y, según vecinos del lugar, dijo que antes tendrían que montarlo a él en el vehículo. Gracias a Don Miguel no hubo muertes ni desaparecidos en Murchas. En otros pueblos no pasó lo mismo. Por ejemplo, a Rafael Vílchez (nacido en Cozvíjar) que antes desempeñó su trabajo de sillero en Muchas, y que en ese tiempo tenía su taller cerca de la Venta de Natalio de Talará, se lo llevaron engañado a Dúrcal y desde ese lugar a las tapias del cementerio de Granada con otras personas. Rafael era hermano de Ramón ‘El Sillero’ de Dúrcal, casado con Ana Valero, y padre de Ramón, José, Rafael, Anita y Paco.