Diego Molina es un guitarrista clásico y flamenco oriundo de El Padul (Granada), acaba de publicar su primer álbum de guitarra en solitario titulado Ecléctico, CD donde se combinan obras del repertorio de guitarra clásica con un enfoque personal y obras tradicionales de la guitarra flamenca interpretadas sin limitaciones de estilo. El joven músico de 32 años posee el título de guitarra clásica, ha ganado varios premios en concursos de guitarra, destacando el primer premio en el Festival de la guitarra de Petrel, al que es invitado con frecuencia. El amor por la música y la tradición han llevado a este joven «ecléctico» a formar parte de distintas agrupaciones de Flamenco y Carnaval de Cádiz prueba de ello es su implicación y participación en los grupos «Luz al Sur» y «Huele a Cai».
El disco está ya a la venta y se puede adquirir poniéndose en contacto directamente con Diego Molina a través de sus redes sociales y en su página web www.diegomolinaguitar.com
Diego afirma que «en este disco se ha condensado todos los años de mi formación musical desde que empecé a tocar la guitarra a los 7 años. He elegido un repertorio de piezas que comparten inspiración flamenca y clásica, con el objetivo de conciliar y acercar estos mundos sonoros aparentemente alejados en el un sólo timbre, el de la guitarra española”.
También acaba de comenzar un proyecto de música de cámara, formando un dúo musical con la soprano paduleña Teresa Villena. Con esta iniciativa realizarán un viaje que comienza recorriendo la España romántica de la mano de grandes compositores como Manuel de Falla, Federico Mompou, Joaquín Rodrigo, Federico García Lorca, Paco de Lucía, etc.
El prólogo del disco es obra del cantautor paduleño Manuel Hidalgo:
Nota del intérprete.
«Tender puentes, entrelazar y conciliar el repertorio tradicional de la guitarra española, el universo sonoro donde la música clásica, el flamenco y el folklore conviven.
Históricamente, para los guitarristas en el S. XIX no había criba en estilos y formas. En un recital se podía disfrutar de melodías de Mozart, así como de música popular andaluza con arreglos bien trazados para ese momento.
Más tarde en el tiempo estos lenguajes se han negado al encuentro, limitándose cada uno en sí mismo, ignorando los recursos técnicos y expresivos que los distintos géneros nos ofrecen. ¿Cómo negarme a la riqueza sonora y tímbrica que todos estos conceptos aportan a la interpretación? ¿Por qué negarle, por ejemplo, a una obra clásica un enfoque más flamenco y viceversa?».
